Actualidad

01/08/2022

El golpe de calor es el incremento de la temperatura corporal como consecuencia de una exposición prolongada al sol, a altas temperaturas o a la realización de un esfuerzo físico intenso en ambientes calurosos, muy húmedos o con poca ventilación. Ante estas situaciones, el cuerpo sufre importantes pérdidas de agua y tiene dificultades para regular su temperatura por los mecanismos habituales como la sudoración, produciéndose, como consecuencia, un aumento de la temperatura corporal.

Estas son las recomendaciones del Instituto de Agua y Salud para combatir y evitar que se produzca un golpe de calor:

Ante altas temperaturas, y en especial cuando se prevén olas de calor, evita realizar comidas copiosas, sigue una dieta equilibrada rica en vegetales, frutas y verduras. Además, beber 1 ó 2 vasos de agua en las principales comidas, te ayudará en la absorción de los nutrientes y las vitaminas necesarias para el buen funcionamiento del organismo, y así rehidratarte y recuperar el agua perdida durante el día.

En circunstancias normales, perdemos en torno a 2 litros y medio de agua al día por la sudoración, respiración, etc. Esta cantidad puede incrementarse con altas temperaturas, por ello, en situaciones de calor, debemos beber más agua durante todo el día, de forma constante, y sin esperar a tener sed, ya que esta sensación es ya un síntoma de alerta de nuestro organismo para indicarnos que la deshidratación ha comenzado.

En las horas de calor más intenso, es aconsejable permanecer en casa o en lugares frescos o a la sombra. En casa, mantén las ventanas, estores o toldos bajados mientras la temperatura exterior sea superior a la interior del lugar donde nos encontremos. Es conveniente abrirlas de noche, cuando refresca, para ventilar. Si permaneces varias horas en lugares con aire acondicionado, recuerda que puede incrementarse la pérdida de agua y tener una menor percepción de sed.

En épocas estivales, el golpe de calor o estrés térmico resulta especialmente peligroso en los trabajos al aire libre, como en la construcción, la minería, la agricultura, la siderurgia, la pesca, la logística, el transporte, etc. Unos correctos hábitos de hidratación pueden prevenir muchos accidentes laborales y evitar que las pérdidas de agua, por el sudor y el esfuerzo intenso, sean superiores a la ingesta, produciéndose un déficit de agua corporal (deshidratación). Por ello, es importante  planificar las tareas más pesadas en las horas de menos calor, y evitar trabajar solo. No es conveniente que trabajes sin camisa bajo el sol, dado que ésta retiene la humedad, disminuye la perdida de líquidos y, además, protege la piel de quemaduras. También es conveniente aumentar la frecuencia de las pausas de recuperación (cada media hora o cada hora como mínimo), estas pausas se deben hacer en lugares a la sombra o frescos, y aprovecharlas  para rehidratarnos.

Si sales a caminar, correr o practicar cualquier deporte al aire libre en días con altas temperaturas y humedad, es conveniente cambiar la estrategia de entrenamiento para bajar la intensidad y/o la duración, así como establecer descansos más frecuentes y prolongados, usar vestimenta ligera y de colores claros, además de buscar los lugares más frescos y evitar la práctica del ejercicio cuando las condiciones son excepcionalmente calurosas y húmedas. Y recuerda: debes tomar 500 ml de agua una o dos horas antes de iniciar la actividad, entre 100 y 200 ml durante el desarrollo de la misma, cada 20 ó 30 minutos de forma sistemática, o no pasar más de 10 km sin hidratarte, y, una vez finalizada la actividad, es recomendable beber 1,5 l de agua por kilo de peso corporal perdido.

Evita la exposición directa a los rayos del sol, sobre todo en las horas centrales del día. El sol intenso es uno de los factores externos que más facilita la evaporación de agua de nuestro organismo. ¡No dejes que tu piel y tu organismo se sequen por dentro! Beber frecuentemente agua mineral te ofrecerá la garantía y la seguridad de hidratarte de forma sana y natural a lo largo de todo el día, vayas donde vayas.

Acostúmbrate a beber agua antes de salir de casa y a llevar siempre contigo una botella de agua mineral para hidratarte en cualquier momento y lugar, con todas las garantías de un agua pura de origen, sin tratamientos químicos y con una composición constante en minerales. No esperes a tener sed, no bebas esporádicamente ni de forma compulsiva para calmarla, y recuerda, bebe de forma regular y a pequeños sorbos.

En la calle, o si estás al aire libre, utiliza ropa ligera y de color claro, que atrae menos el sol, y calzado fresco que permita la transpiración y reduzca la sudoración, consiguiendo así una menor pérdida de líquidos. Protégete del sol con una gorra, sombrero o pañuelo y usa gafas con absorción de rayos UV.

Emplea crema con filtros solares (a partir de FPS 15) para proteger e hidratar tu piel desde el exterior. Es recomendable aplicarla unos 20-30 minutos antes de la exposición al sol y repetir la aplicación cada dos horas.

No olvides hidratar también tu cuerpo desde el interior, adoptando el hábito de beber entre 2 y 2,5 litros de agua al día, en intervalos regulares (150 ml aprox. cada hora) y a pequeños sorbos. Una adecuada hidratación nos ayuda a humedecer los tejidos del cuerpo, a mantener la capacidad de protección, la resistencia y a preservar la elasticidad de nuestra piel.

Si conduces con temperaturas ambientales superiores a los 37 °C, es recomendable aumentar la ingesta de agua en unos 300 ml por cada grado que aumente. Al volante, ten siempre a mano una botella de agua mineral, te permitirá estar constantemente bien hidratado y te ayudará a mejorar tu capacidad de reacción, combatir el cansancio y mantener tu capacidad de reflejos. Y si tu trayecto es de larga distancia, no olvides hacer una pausa cada 200 km o cada 2 horas, para descansar y rehidratarte.

¡Comparte para que todos descubramos como tener una hidratación segura y de calidad en todo momento!